Aparezco por aquí de vez en cuando y probablemente os asuste. La continuidad, la regularidad y la homogeneidad hacen gala de su ausencia por aquí y yo tampoco las invito a que vengan porque no suelen caerme bien. O yo a ellas. Anyway.

lunes, 13 de enero de 2014

El lápiz es más fuerte que la espada.3.

¿Qué decir? Tercer capítulo. Que lo disfrutéis, aquí empiezan las curvas.. (más)
Si has llegado hasta aquí, y vas a leer, gracias.
 
Capítulo 3.
Por unos instantes, su mente quedó en blanco, incapaz de reaccionar, de procesar la información que sus ojos trataban de enviarle. Del cuerpo inerte y fofo de aquel borracho aún manaba la sangre, como una macabra fuente erigida en su honor. Asustada, trató de alejarse del cadáver, pero la pared de ladrillos constituía un sólido impedimento para avanzar.

-Lo he matado.- Se dijo Mimi. El decirlo en voz alta, aquella sencilla afirmación la llenó de pánico. Era simple, era sencillo, era la verdad y era absolutamente aterrador. Había matado a alguien.

Comenzó a notar un sordo pitido en sus oídos. Sacudió la cabeza, molesta, pero en lugar de desaparecer, se intensificó. Parpadeó y su visión se tiñó de rojo. Bloqueada, era incapaz de pensar en ninguna otra cosa que en el lápiz hundiéndose en la blanda carne del cuello y de los gorgoteos agónicos que aún parecían retumbar en sus oídos. Se abrazó las rodillas, sintiéndose indefensa. ‘’Lo he matado, lo he matado, lo he matado..’’, no podía parar de repetirlo en su mente. Notó la falta de oxígeno en sus pulmones y comenzó a hiperventilar de forma inconsciente. Alargó las manos hacia el suelo, en busca de algo sólido a lo que aferrarse aunque sabía que era su mente la que estaba provocándole aquello, y…

‘’Basta’’- Resonó una voz en su interior. Mimi se aferró fuertemente a ella, era lo único firme que tenía en aquellos momentos, su único apoyo-‘’Respira profundamente’’, Ordenó, y eso hizo ella, concentrándose en cada inspiración y expiración. Poco a poco, el ritmo de sus jadeos disminuyó de forma considerable hasta transformarse en una respiración calmada. Abrió los ojos lentamente, dándose cuenta de lo fuertemente que los tenía cerrados hacía apenas unos instantes. Todo seguía exactamente igual que hacía unos minutos. Ella no.

Era consciente de lo que había hecho. Es más, totalmente consciente. Y le producía el mismo pánico que al principio. Pero esta vez, era capaz de ocultarlo, o lo que era más importante, de ocultárselo a sí misma.

Le había matado, sí, pero tampoco había sido culpa suya. Aquel borracho había invadido su espacio, la había asustado y atentado contra sus derechos. Había sido en defensa propia.

Una vez estuvo convencida de ello se dio cuenta de lo que suponía más allá de aquellos instantes de pánico.

Si confesaba, iría a la cárcel, la condenarían. Seguramente no, porque era menor, pero quizás la internarían en un centro de menores o quién sabe qué. Puede que sí o puede que no. Era obvio que ella no había tenido la culpa, pero, ¿qué diría la justicia? No, definitivamente no se fiaba. Una semilla de pánico creció en su interior. No podía abandonar la vida que por fin tenía, con todas las cosas a su favor y por la que había tenido que luchar tan duramente. No después de todo lo que había pasado. No era lo justo. No lo permitiría.

Conteniendo la repulsión que el cadáver le producía, se acercó lentamente. Lo observó, sopesando sus próximos movimientos. Después respiró hondo, preparándose para lo que iba a hacer.

De un tirón brusco, arrancó el lápiz del cuello inerte. Un borboteo fangoso sonó por unos instantes y se detuvo. Mimi contuvo una arcada, pero se mantuvo firme. Agarró el lápiz con fuerza, procurando no tocar las partes manchadas, aunque era francamente difícil. Fijó la vista en él. Le producía una extraña atracción. Sabía que había matado con él. Era fascinante y macabro. Su arma.

‘’No es tu arma’’- Replicó la voz de su cabeza-‘’No de esa forma’’. Ella coincidió. Además, debía deshacerse de él antes de que alguien pudiera encontrarla.

Unos pasos cercanos interrumpieron sus pensamientos.