El título es provisional, se aceptan sugerencias.
Y sin más dilación, aquí os dejo el primer capítulo:
CAPÍTULO 1.
En el
ordenador, las letras negras sobre blanco se ordenaban en rectas filas con pose
militar, desfilando estáticas bajo los ojos de Miriam. Un ejército entero que
se burlaba de ella. Bufó, frustrada.
Aquel día no lograba invocar a Ámbar. Simplemente, estaba fuera de su alcance.
Demasiado distante para agarrarla y retenerla y lo suficientemente cerca como
para rozarla apenas con la yema de los dedos. Y eso la ponía histérica. Llevaba
una hora delante de la pantalla, sin saber si dejarlo o esperar un poco más a
la inspiración. Había probado un par de frases, había tratado de hacerlas
encajar en la narración como las piezas de un puzle. Pero las fichas no
cuadraban.
Sabía cuál
era el nombre para aquello. Lo sabía aunque era la vez que la había visitado
más tiempo. Bloqueo literario. No lograba imaginar nada de nada. Llevaba unas
tres semanas así. Tres semanas. Incluso había releído parte de sus libros
anteriores, pero tampoco en ellos estaba la clave para salir del laberinto, ni
en la paz de su cuarto. Absolutamente nada.
Desistió-por
el momento-de escribir nada medianamente decente y se dirigió a la estantería,
donde Kirk y Spock la miraban atentamente-éste último casi con reproche- y
escogió un tomo de Batman al azar. Se puso a leer tratando de relajarse, de
desconectar de todo lo que había escrito. Quizá, si lo dejaba a un lado un
tiempo, lo vería con más perspectiva. Pero no podía. Una pequeña parte de ella,
por mínima que fuese, seguía pensando en Ámbar Genevé, en James Brook. Se dio
cuenta y dejó a un lado el cómic. Ni siquiera Bruce ni la macabra carisma del
Joker era capaz de evadirla. Sabía que no iba a poder, hiciera lo que hiciera.
Ámbar era parte de ella, le gustara o no. No podía despegarse. Y precisamente
por eso, tenía que continuarla. No era capaz de dejarla a medias.
Apagó el
ordenador y cogió una chaqueta del armario. Guardó en su bolsillo un lápiz y
una hoja de papel y después de un
-Voy a salir
un rato, enseguida vuelvo
salió a la
calle. Hacía frío, y soplaba ese tipo de viento frío que corta, que se mete por
debajo de las chaquetas y los pantalones dejándote helado. Viento del mes de
noviembre, de empiece de invierno y final de otoño.
Comenzó a
andar.
Caminaba
despacio, sin prisa, simplemente andando por andar y por sentir la tierra
debajo de ella. Caminaba por calles conocidas allá por donde los pies la
guiaban, sin ser consciente de a dónde iba, sin dejar de pensar un instante. El
frío le despejaba la mente y le ayudaba a imaginar con claridad. Desechó un
desenlace demasiado dramático y una escena demasiado sencilla antes de darse
cuenta de que alguien la seguía.
Miró con
disimulo por encima del hombro. Tras ella, un hombre gordo y sucio con una
botella en la mano recorría el mismo camino que acababa de trazar con sus
pasos. Nerviosa, miró al frente y andó un poco más rápido, tratando de
relajarse. Torció por una callejuela y luego por otra, intentando perder a su
perseguidor y tomar un atajo a la vez. Reconoció la calle que tenía delante.
Apenas le faltaba recorrer un par antes de llegar a casa. Suspiró, aliviada, y
dio un par de pasos más hacia la seguridad de lo conocido.
Y entonces
una figura oscura y corpulenta se paró delante de ella.
Presa del
pánico, intentó volver hacia atrás, pero pisó mal y resbaló en el suelo, cayendo
de culo. Un dolor agudo e intenso le recorrió la espalda. Aun así, intentó
volver hacia atrás, su único pensamiento era que tenía que salir de allí YA,
pero su cuerpo no le respondía. El hombre avanzó unos pasos tambaleantes y cayó
encima de ella. Miriam chilló tratando de salir de debajo del cuerpo, pero no
podía moverse. Estaba totalmente aplastada.
No es sólo la ilusión de que alguien me considere lo suficentemente interesante como para escribir sobre mí, sino también el hecho de que marras de una forma que me encanta. Estos relatos prometen, de veras.
ResponderEliminarY como ya te dije, me resulta muy, muy sencillo escribir con esta historia. Prácticamente se narra sola. El tercer capítulo está en proceso*.* Y como me gusta decir, me encanta que te encante.
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