Aparezco por aquí de vez en cuando y probablemente os asuste. La continuidad, la regularidad y la homogeneidad hacen gala de su ausencia por aquí y yo tampoco las invito a que vengan porque no suelen caerme bien. O yo a ellas. Anyway.

jueves, 25 de julio de 2013

Broken~

Últimamente... últimamente me siento extraña. Cansada, débil, frágil. Últimamente noto más las cosas.
Mucha gente no entenderá esto. ¿Sentir más las cosas? Parece una estupidez. Una cursilada de niñas pequeñas.
Pero es cierto. Desde que acabó el curso. Desde que empezó el verano.
Es como si... Como si a causa de un golpe, de un golpe fuerte, de repente me hubiera quebrado. Roto, fracturado, tronchado, desbaratado. Como si esa pared que hace que los sentimientos se queden en su cuarto se hubiera derribado.
Hicieron falta unos días, y el muro volvió. Soy de reconstrucción rápida.
Pero algo que se rompe nunca queda igual. Y tal vez... Sólo tal vez, recompuse demasiado rápido el muro. Y una pequeña, pequeñísima grieta quedó en él.
Podría derribarla de nuevo y volver a recomponerla. Pero nunca jamás quedará como nueva.


Y eso en el fondo, me gusta. Sí, me gusta. Esa grieta... esa grieta ahora es parte de mí. De lo que soy. Son esas grietas las que nos dan forma, las que dejan que poco a poco, en pequeñas dosis, tus sentimientos salgan del muro. No de golpe, sino despacio, con tranquilidad, poquito a poco. Eso es bueno. No puedes pretender que se queden ahí para siempre, porque ellos crecen, y algún día... algún día el muro explotará, vendrán todos de golpe y, créeme, es infinitamente peor.

lunes, 8 de julio de 2013

Y sigue ahí.~ (Parte 2)

Día 2.

Cuando despierto por segunda vez, sigue ahí. Ni siquiera parece cansada, ni hastiada, ni nada por el estilo, simplemente me mira con cara de curiosidad, como si yo no fuera más que un experimento absurdo. Una rata de laboratorio. Un conejillo de indias. Algo insignificante, en resumen.
Pero yo no soy eso. No voy a dejarme dominar. Me vuelvo de espaldas a ella, pero sigo viéndola en el espejo de enfrente. Así que suspiro y me doy la vuelta, ya que no puedo esconderme de ella, al menos la miraré a la cara. Así parecerá que no le tengo miedo. La verdad es que sí, que mis manos tiemblan y no es precisamente de frío. Que apenas he dormido, porque ha estado toda la noche a mi lado, vigilándome sin descanso. Que el solo hecho de mirarla me estremece toda la espina dorsal.
Me incorporo y me pongo de cara a ella. Como frente al espejo. Quiero que hable, quiero que me diga qué hace aquí, por qué es como yo. Pero antes de que pueda abrir la boca, me pasa una bandeja con comida.
El solo hecho de mirarla hace que me rujan las tripas, me estoy muriendo de hambre, pero me la está dando ella, tal vez sea una trampa. La miro con desconfianza.
-¿De dónde la has sacado?- Mis primeras palabras rebotan como los reflejos en las paredes, creando pequeños ecos a nuestro alrededor.
Ella no contesta, simplemente me mira, como estudiando lo que hago a cada instante, curiosa pero firmemente callada.
-¿De dónde la has sacado?- Repito, más fuerte y con más claridad que la vez anterior. Ella sonríe, pero mueve la cabeza a izquierda y derecha. No.
-¿Qué hacemos aquí?- Pruebo con otra pregunta. Mi voz está un tanto atrancada, rasposa. Ella vuelve a negar con la cabeza. No.
-No puedes salir- Empieza a hablar de pronto.- Para escapar de aquí no existen puertas. Si no encuentras la salida, nos quedaremos aquí... para siempre.
Y entonces empieza a reírse sola, como si hubiera hecho un chiste que solamente ella pudiera entender. Y no logro arrancarle ni una palabra más.